No he perdido la cabeza por querer hablar sobre mí ser querido todo el día, tampoco si no quiero mentarle.
No he perdido la cabeza si lloro constantemente y tampoco si no he echado ni una lagrima.
No he perdido la cabeza si me voy de vacaciones llevándome la urna con las cenizas, ni tampoco si no necesito ir al cementerio a visitarle.
No he perdido la cabeza si necesito tener su ropa en el armario, ni tampoco si he quitado todos los recuerdos de la casa.
No he perdido la cabeza si no quiero salir de casa, ni tampoco si al día siguiente de su muerte me visteis por la calle.
No he perdido la cabeza si necesito estar en soledad, ni tampoco si necesito constantemente compañía.
No he perdido la cabeza si me comporto de manera diferente a cómo creen que me debería comportar, tampoco si lo hago como todo el mundo espera.
Tenéis que entender que el corazón atiende lo que la cabeza no entiende, y cuando el dolor es tan grande no hay lógica que se pueda aplicar.
Por lo tanto no hace falta que me entiendas, simplemente que me acompañes y me respetes.
No he perdido la cabeza simplemente estoy en duelo.